domingo, 18 de abril de 2010

FINALIDADES DE LA EXISTENCIA




  Ante todo cabe ser indicado que, de acuerdo a la tradicional concepción védica, hay una única y suprema finalidad para las Almas en su transitoria manifestación temporal, consistiendo ello en la reintegración de su principio esencial en la inmanente creación universal. Esto, que ha sido calificado como el estado supremo de realización, no es otra cosa que el regreso definitivo a la eterna morada del espíritu.

  No obstante, los sabios Rishis de los tiempos védicos, como profundos conocedores de la verdadera naturaleza humana que eran, distinguieron cuatro etapas vitales de las cuales ninguna entidad sensible podría escapar durante su paso por este plano al cual todos nos encontramos ligados. Debiéndose fundamentalmente a que las mismas hallan su motivo en virtud de su analogía con cuatro finalidades existenciales, reconocibles cualitativa y cuantitativamente en todo tiempo y lugar, que se articulan en el fuero interno de los individuos y se expresan exteriormente con variada intensidad a lo largo de su devenir.

  En lo estrictamente astrológico debemos mencionar que Parashara, en su monumental obra “Brihat Hora Shastra”, establece dichas finalidades de existencia en correspondencia secuencial al orden en que se desarrollan los elementos por las casas, simbólicamente yuxtapuestas a un zodíaco en reposo, determinando orientaciones específicas en el ámbito de la experiencia del siguiente modo: Dharma o propósito (Agni / fuego: casas 1ra, 5ta y 9na), Artha o adquisición (Prithvi / tierra: 2da, 6ta y 10ma), Kama o deseo (Vayu / aire: 3ra, 7ma y 11va) y Moksha o emancipación (Jala / agua: 4ta, 8va y 12va).

  Pero ciertamente, en general, a lo largo del devenir de las Almas en su manifestación temporal estas finalidades son preponderantes en determinados períodos de la existencia que, para una adecuada comprensión desde una dinámica astrológica, atendiendo lo señalado tanto por el citado maestro como por Jaimini en su tratado "Upadesa Sutras", han de ser evaluadas a lo largo de un Param Ayus, o máxima longitud de vida potencial, de 108 años de duración.


Tabla A: Compartimentos para un Param Ayus de 108 años



  En la "Tabla A" se exponen las cuatro finalidades no ya en un orden de secuencia zodiacal sino mas bien de acuerdo a su predominio fáctico experiencial. En primer lugar, a partir de que las Almas transmigran desde una modalidad de manifestación mundana hacia otra llevadas por la rueda del Karma individual y colectivo desencadenado por Kama (deseo), el primer compartimento de existencia se halla predominantemente signado por éste. Es decir que, verbigracia mediante, las Almas en su estado de amnesia espiritual desean experimentarse y experimentar la creación por hallarse ligadas a un principio de complacencia sensorial relativo al plano material. Así el Ser se ve impelido a ir impulsivamente tras los objetos y las experiencias que ilusoriamente han de satisfacer vanamente dichos deseos, olvidando su esencia primordial.

  Por ello, según el criterio legado en los Vedas, para resguardar especialmente a los jóvenes Brahmanas de desviaciones en su conducta moral, así como de las ilusorias expectativas proyectadas en él por el propio círculo familiar y social, se estableció un estado de Brahmachari, o condición de estudiante célibe, bajo el cuidado y guía tutelar de un Guru o maestro, hasta que cumpliera al menos los veiticuatro años de edad. Tal condición es la primera de los cuatro Ashramas, grados o períodos en que se divide la vida religiosa del brahmán. En la Tabla B se encuentran sus denominaciones y finalidades tal como fueron tomadas de Powis Hoult, citadas en el diccionario teosófico, así como las duraciones en años para cada una de dichas etapas de acuerdo a lo veladamente indicado, métrica de himnos Gayatri mediante, en el Chandogya Upanishad (capítulo 3, sección 16).


Tabla B: Los cuatro Ashramas para un Param Ayus de 116 años


 
  Desde lo astrológico, el retorno de Saturno que acontece entorno a los veintinueve años y medio, adicionalmente a la tercer oposición efectuada por Júpiter a su propio emplazamiento, con posterioridad a la inversión de los nodos producida alrededor de los veintiocho años, establece un límite a dicha etapa exigiendo un replanteo del sentido de existencia respecto del deber ser, es decir del Dharma o propósito. No ya tan solo como antítesis de un Karma en actividad, positivo y/o negativo, sino de un propósito de vida en relación a la sociedad a la que pertenece, léase: formar una pareja estable, casarse, constituir un hogar, dejar descendencia o, para decirlo en otros términos, ser un vehículo facilitador para que otras Almas ingresen en este plano y tengan un adecuado contexto familiar y social en el que puedan evolucionar.

  Una vez asumido esto por el actor, transitará hasta los cincuenta y cuatro años una etapa de vida ligada a un propósito que lo podrá vivenciar de un modo mas o menos consciente, conforme el estado relativo de cosas que fueron gestándose en el primer ciclo. Dentro de este compartimento el psicólogo suizo Carl G. Jung situó en torno a los treinta y seis años "el comienzo de la crisis de la mitad de la vida" y que, experiencia mediante, observamos como se ha de extender hasta entrados los cuarenta años. Para ser mas exactos estos compartimentos de veintisiete años pueden ser subdivididos en tres períodos de nueve años (12 x 9 = 108) con lo cual la etapa mas crítica en lo relativo a la toma de consciencia hacia un sentido de vida ligado al Dharma, o propósito existencial, podrá establecerse en el segmento central de este compartimento que va desde los treinta y seis hasta los cuarenta y cinco años de edad. En occidente la observación de la conducta humana demuestra que se producen grandes crisis en dos áreas fundamentales: la pareja y la profesión, no casualmente, los dos temas de vida mas condicionantes y que mayormente son definidos por el individuo antes de los veintisiete años mientras transcurre por el primer compartimento. Astrológicamente a los treinta y seis años Saturno configura su segunda cuadratura creciente a su lugar natal, a la vez que Júpiter retorna al propio. A los treinta y ocho años inicia un nuevo ciclo de diez y nueve años el eje nodal. Finalmente en este período de nueve años, concluyendo antes de los cuarenta y cinco años, se producirá la segunda oposición de Saturno a su propio emplazamiento natal en torno a los cuarenta y cuatro años de edad.

  Amerita indicarse que el segundo compartimento de treinta y seis años queda totalmente contenido en el segundo de los Ashramas denominado Grihastha, o condición de padre de familia, debido a que este se extiende desde los veinticuatro hasta los sesenta y cinco años de edad.

  Una vez ya en la tercer etapa, signada principalmente por el principio adquisitivo indicado en la tradicional frase bíblica... "cosecharas tu siembra", el actor experimenta la retribución de las actividades realizadas en los dos primeros compartimentos. Si el mismo durante el segundo de estos períodos no pudo conectarse con el Dharma, siguiendo la línea de menor resistencia, habrá cristalizado una estructura que devendrá en la experiencia física de su existencia durante el tercer compartimento. Y es aquí en donde se pueden encontrar principalmente los orígenes, entre otras cosas, de las enfermedades y demás pesares. Aquellos que no se han de traicionar a sí mismos durante la segunda fase signada por la conexión con el Dharma, en la medida que el Karma latente lo permita, naturalmente transitan las etapas siguientes sin mayores dificultades, pudiendo ser verdaderos ciclos adquisitivos del saber a partir del Ser, y no mera acumulación de bienes materiales como simple consecuencia física de un gran despliegue laboral previo.

  Desde un punto de vista astrológico en esta etapa a los cuarenta y ocho años, así como a los sesenta, se producen el cuarto y quinto retorno de Júpiter, respectivamente. A los cincuenta y un años la segunda cuadratura menguante de Saturno, en evidente analogía a la menopausia y la andropausia, marca una re-estructuración de la energía vital para luego, entre los cincuenta y nueve y sesenta años retornar a su posi-ción radical. A partir de los sesenta y tres años, una vez cumplidos siete períodos de nueve años ( 9 x 7 = 63) el individuo ha de pensarse en otros términos. Ya no se trata de vivir para trabajar sino de, a lo sumo, trabajar para vivir... no realizándose para vivir sino mas bien, viviendo para realizarse tal como lo señalan los Vedas en las dos etapas denominadas por los estados de Vanaprastha y Sannyasi

Bibliografía:
"El destino en la palma de la mano" - Ghanshyam Singh Birla.
"Ciclos del Devenir" - Alexander Ruperti.
"The Spiritual Dimensions of Vedic Astrology" - Robert A. Koch.
"Light on Life - An introduction to the astrology of India" - H. Defouw y R. Svoboda. 

 © 2010 Arq. Pablo M. Mauro
Reservados todos los derechos




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